domingo, 23 de mayo de 2010

Píndaro


En breve tiempo crece la dicha de los mortales

En breve tiempo crece la dicha de los mortales,
pero, de igual forma, cae por tierra zarandeada
por el destino inflexible.
Seres de un día, ¿qué es uno? ¿qué no es?
El hombre es el sueño de una sombra.

Píndaro, Cinoscéfalas (Tebas) c. 518 a.C. - Argos, 438 a.C.
Traducción de Carlos García Gual
imagen: escena de El Séptimo sello, de I. Bergman, 1956



a Alcímidas de Egina
(Nemea VI, 1-13)

Una es la familia de los hombres, una la de los dioses,
pues por una sola madre alentamos unos y otros.*
Mas nos separa un poder enteramente desigual;
porque lo humano nada es y el cielo de bronce, en cambio,
permanece por siempre como sólida morada.
Con todo, en algo nos acercamos a los inmortales,
bien sea por la grandeza de la inteligancia,
bien por la condición corporal, aunque no sepamos
hacia qué meta trazada por el destino —en el día
o en la noche— hemos de correr.

* Alusión a Gea, de quien descienden los dioses y los hombres

Píndaro, Cinoscéfalas (Tebas) c. 518 a.C. - Argos, 438 a.C.
versión publicada en Píndaro – Epinicios
edición de Pedro Bádenas de la Peña y
Alberto Bernabé Pajares (Ediciones Akal, Madrid, España, 2002)

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