sábado, 11 de junio de 2011

Jacobo Fijman



Yo estaba muerto bajo los grandes soles, bajo los grandes
     soles fríos.

A través de mi llanto
oigo el agrio sudor de la precocidad.

Yo vuelvo sobre un musgo
y las ciudades crecen a la aventura hasta la noche
     del estupor.

Miseria.
Dios pesa.
Me llaman vientos de mar.

Van y vienen en grandes cambios; se alargan en
     saltos irritados
que apagan mi temblor, que exasperan los sueños.

Jamás podré seguir.
Yo me veo colgado como un cristo amarillo sobre
     los vidrios pálidos del mundo.

Jacobo Fijman, Orhei, Besarabia, 1898 – Buenos Aires, 1970
imagen: s/d



El ojo enamorado ata los cielos y la tierra;
el ojo enamorado desnuda tierra y cielos; cielos
     unos de otro sobre la tierra.

Y hermosa es la atadura de los cielos, real el día
     real la noche de los cielos.

Hermosos son los cielos acabados donde no caen
     desatados los días y las noches.
Real el día, real la noche.

Jacobo Fijman, Orhei, Besarabia, 1898 – Buenos Aires, 1970

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