jueves, 18 de octubre de 2012

Ben Suhayd







Cuando, llena de su embriaguez, se durmió, y se
durmieron los ojos de la ronda,
me acerqué a ella
tímidamente, como el amigo que busca el contacto furtivo
con disimulo.

Me arrastré hacia ella insensiblemente como el sueño;
me elevé hacia ella dulcemente como el aliento.

Besé el blanco brillante de su cuello; apuré
el rojo vivo de su boca.

Y pasé deliciosamente mi noche con ella, hasta que
sonrieron las tinieblas, mostrando los blancos dientes
de la aurora.


Ben Suhayd, Córdoba, Andalucía, 992-1034
imagen: s/d



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