sábado, 9 de octubre de 2010

Víctor Redondo


Inferno

El retiro abierto, las hojas entornadas señalaban
una antigua ausencia.
Dar unos pasos por la habitación para convencerme
de la existencia del viejo olor aún sobre los muebles.
Aguardar la caída de la tarde para volver a recordar
las vulgares, estúpidas ciudades del mediodía.
Y por sobre toda la ansiedad, el manto, el manto
de olvido para borrar las horas.
La estúpida ventana de las ciudades del
mundo, la estúpida ansiedad.
El calor, la sed.
El amor como una ventana,
abriéndose, cerrándose, abriendo, cerrando, callando.
La alegría del amor desierto.
El sol, a veces, como un gran sexo en éxtasis.
Las paredes blancas como la piel de un niño,
dos árboles —uno viejo, el otro joven—
y la gran línea del horizonte encerrándonos en el mundo.
No había frutos en esos árboles, despedían por la tarde
un triste perfume de Dios,
y bebían gotas de nube de plata.
¡Cólera, cólera contra estos tiempos!

El arder de la vida
por el gran pantano de luz de aquellas islas.

Víctor Redondo, Buenos Aires, 1953.
imagen: tapa de Circe



Quijada

Quiero escribir palabras como quijada.
Destruir los complejos que se tienen al encarar cada
palabra,
como quijada.
Es decir, señor periodista,
yo escribo como un mestizo
o como tal al menos quiero llegar a escribir.
¡Las palabras tienen a veces una sangre tan confusa!
Quisiera tener un aparartito en la cabeza que
fuera moliendo
esa misma quijada que estoy usando como ejemplo
y dejara relámpagos temblando
en la palma de mi mano, sobre esa máquina que allí ve.
Usted está ahí, con ese perfecto grabador,
y yo aquí, frente a sus preguntas,
midiendo con mi otro ojo la distancia que aún me
separa del abismo.
Se reiría si le dijera lo que yo realmente pienso
de la literatura.
Apenas estómagos débiles en cuerpos enfermos.
Nada más.
Por eso busco palabras como quijada
para que bien mastiquen tanto polvo.

Víctor Redondo, Buenos Aires, 1953.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Gregori Balmodian


Constancia imperfecta

Un rayo cruza tu lenguaje
y estalla en el pasado.
El viento sacude árboles
que ya no dan fruto. ¿Qué hacemos
buscando detrás de las nubes
una calma inverosímil? Aceptemos
que nuestro idioma es la tormenta,
que saltar o no saltar
es un acantilado. Que la razón
nos sobra. Que los cuerpos
se buscan escandalosa, sabiamente,
para no hablar de nada
y trascender de a ratos, como pueden.

Gregori Balmodian, New Jersey, 1944
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: Cliff Storm, Erik Tiemens


Flawed Constancy

A bolt crosses your speech
and bursts in the past.
The wind shakes already
barren trees. What are we doing
searching for an unlikely calm
behind the clouds? Let us accept instead
that storm is our language,
that jumping or not jumping
is a cliff. That reason
is redundant. That bodies
scandalously, wisely search
for one another to speak of nothing
and transcend on and off, as they can.

domingo, 3 de octubre de 2010

Carew ≈ Suckling ≈ Lawrence // 4 poemas sobre el amor


Thomas Carew / Rechazo de la mediocridad en el Amor

Dame más Amor o más Desdén;
la Zona Tórrida o la Helada
traen igual alivio a mi dolor;
ninguno me ofrece la Templada;
cualquier extremo, del Odio o del Amor,
más dulce es que la calma.

Dame una tormenta; si es Amor,
nadaré como Dánae con placer
en esa lluvia de oro; si Desdén,
mis esperanzas rapaces
el torrente han de comer; y del Cielo
sólo quien se libra del Infierno es poseedor.

Por tanto, corona mi dicha o cura mi dolor;
dame más Amor o más Desdén.

Thomas Carew, Inglaterra, 1595-1640.
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: Thomas Carew, John Suckling, D. H. Lawrence



Mediocritie in Love Rejected

Give me more Love or more Disdaine;
The Torrid, or the Frozen Zone,
Bring equall ease unto my paine;
The Temperate affords me none;
Either extreme, of Love, or Hate,
Is sweeter than a calme estate.

Give me a storme; if it be Love,
Like Danae in that golden showre
I swimme in pleasure; if it prove
Disdaine, that Torrent will devoure
My Vulture-hopes; and he’s posest
Of Heaven, that’s but from Hell releast:

Then crowne my joyes, or cure my paine;
Give me more Love, or more Disdaine.



Thomas Carew / Belleza ingrata amenazada

Sabe, Celia, ya que eres tan orgullosa,
que fui yo quien te ha dado tu renombre;
tú habrías vivido ignorada
en la olvidada legión de las bellezas comunes
si mis versos no te hubieran exaltado
y emplumado con ello las alas de tu fama.

Ese poder letal no es tuyo en absoluto,
yo se lo dí a tu voz y a tus ojos;
son míos tus encantos y tus gracias;
tú eres mi estrella y brillas en mis cielos;
no arrojes, desde esa esfera prestada,
relámpagos a aquel que allí te ha puesto.

No me provoques más con esos miedos,
no sea que deshaga lo que he hecho;
que los necios adoren tus formas imaginarias,
yo te conozco en tu hechura mortal;
los poetas sagaces que envolvieron en cuentos la Verdad,
siempre la conocieron, con todos sus velos.

Thomas Carew, Inglaterra, 1595-1640.
Versión © Gerardo Gambolini


Ingrateful Beauty Threatened

Know Celia, since thou art so proud,
‘Twas I that gave thee thy renown;
Thou hadst, in the forgotten crowd
Of common beauties, liv’d unknown,
Had not my verse exhal’d thy name,
And with it imp’d the wings of fame.

That killing power is none of thine,
I gave it to thy voice, and eyes;
Thy sweets, thy graces, all are mine;
Thou art my star, shin’st in my skies;
Then dart not from thy borrow’d sphere
Lightning on him that fix’d thee there.

Tempt me with such affrights no more,
Lest what I made, I uncreate;
Let fools thy mystic forms adore,
I’ll know thee in thy mortal state;
Wise poets that wrapp’d Truth in tales,
Knew her themselves, through all her veils.



John Suckling / El amante fiel

¡Vaya! He amado
tres días enteros seguidos;
y quizás ame tres más
si el clima es bueno.

El Tiempo mudará las plumas de sus alas
antes de hallar de nuevo
en todo el ancho mundo
un amante así de fiel.

Pero lo odioso en eso es,
no merezco elogio alguno:
el Amor no habría hecho un alto en mí
si fuera otra y no ella.

Si fuera otra y no ella,
y ese rostro exactamente,
en su lugar habría
cuando menos diez docenas.

John Suckling, Inglaterra, 1609-1642
Versión © Gerardo Gambolini


The Constant Lover

Out upon it! I have loved
Three whole days together;
And am like to love three more,
If it prove fair weather.

Time shall molt away his wings
Ere he shall discover
In the whole wide world again
Such a constant lover.

But the spite on't is, no praise
Is due at all to me:
Love with me had made no stay,
Had it any been but she.

Had it any been but she,
And that very, very face,
There had been at least ere this
A dozen dozen in her place.



D. H. Lawrence / ¡No, Mr. Lawrence!

¡No, Mr. Lawrence, no es así!
Yo sé algo del amor,
no me molesta decirle.
Más que usted, a lo mejor.

Y lo que sé es que usted
exagera su encanto, su beldad.
No es así. Usted lo falsea, ¿sabía?
Es bastante aburrido, en realidad.

David Herbert Lawrence, Gran Bretaña, 1885-1930
Versión © Gerardo Gambolini

No! Mr Lawrence!

No, Mr Lawrence, it’s not like that!
I don’t mind telling you
I know a thing or two about love,
perhaps more than you do.

And what I know is that you make it
too nice, too beautiful.
It’s not like that, you know; you fake it.
It’s really rather dull.

martes, 28 de septiembre de 2010

Dos canciones anónimas españolas


Cuando yo era ladrón en los montes Pirineos

Cuando yo era ladrón en los montes Pirineos
lo primero que robé fueron unos ojos negros,
fueron unos ojos negros en una cara morena,
la vida me ha de costar si no me caso con ella.

Si no me caso con ella, Rosita de Alejandría,
que vengo de noche a verte porque no puedo de día,
porque no puedo de día, porque me voy al trabajo
en la ventana de arriba y en la ventana de abajo.

En la ventana de abajo abajo y en la ventana de arriba
tengo yo los mis amores, Rosita de Alejandría,
Rosita de Alejandría, Rosita de los rosales,
si no me caso contigo me marcharé a Buenos Aires.

“Si te vas a Buenos Aires, ¿con quién voy a quedar yo?”
“Con tus padres y los míos, pa’ setiembre vuelvo yo.”
“Cuando vuelvas pa’ setiembre, ya no me conocerás,
que mata más una pena que una grave enfermedad.

“Si el mar se volviera tinta y la tierra papelones,
no se podría escribir lo malos que son los hombres,
lo malos que son los hombres, lo digo porque lo sé,
si alguno me está escuchando, también lo digo por él.”

Anónima, tomado de El Calendario del Pueblo, vol. 2
interpretada por Joaquín Díaz
imagen: Tolosa, 1844


La dama y el pastor


“Pastor que andas por el monte tendido por esas grañas,
pa’ que no te pique el sol, sí, sí, pastor, ven conmigo a mi cabaña.”
Contesta el buen del pastor, “A tu cabaña ir no quiero,
tengo el ganado en el monte, sí, sí, adiós, voy a subir a por ello.”

“Pastor que está acostumbrado y a comer pan de centeno,
si te casaras conmigo, sí, sí, pastor, comerías trigo bueno.”
Contesta el buen del pastor, “Al buen hambre no hay pan negro,
tengo el ganado en el monte, sí, sí, adiós, voy a subir a por ello.”

“Si quieres venir conmigo y el domigo por la tarde,
si quieres venir conmigo, sí, sí, pastor, podemos echar un baile.”
Contesta el buen del pastor, “Contigo bailar no quiero,
tengo el ganado en el monte, sí, sí, adiós, voy a subir a por ello.”

Anónima, tomado de El Calendario del Pueblo, vol. 2
interpretada por Celestino Martín

sábado, 25 de septiembre de 2010

D. H. Lawrence / 3 poemas


Lucifer

Los ángeles siguen brillando, aunque el más brillante cayó.
Pero díganme, díganme, ¿cómo saben
que perdió todo su brillo en la caída?
En las azules profundidades, bajo capas y capas de oscuridad,
lo veo moverse como el rubí, un destello desde dentro
de su propia magnificiencia,
venir como el rubí en la invisible negrura, brillando
con su propia anunciación, hacia nosotros.

David Herbert Lawrence, Gran Bretaña, 1885-1930
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: Lucifer, grabado en madera de Peulot, 1891


Lucifer

Angels are bright still, though the brightest fell.
But tell me, tell me, how do you know
he lost any of his brightness in the falling?
In the dark-blue depths, under layers and layers of darkness,
I see him more like the ruby, a gleam from within
of his own magnificence,
coming like the ruby in the invisible dark, glowing
with his own annunciation, towards us.


Fuego

El fuego es más caro para nosotros que el amor o la comida,
caliente, excitante, pero quema si lo tocas.

Lo que debemos hacer
no es sumar nuestro amor ni nuestra buena voluntad ni nada de eso,
porque seguro incluiremos un montón de mentiras,
sino nuestro fuego, nuestro fuego elemental,
para que se eleve de golpe en una enorme llama como un falo que
penetra en el espacio
y fecunda el cenit y el nadir
y lanza millones de chispas de átomos nuevos
y nos chamusca, e incendia la casa.

David Herbert Lawrence, Gran Bretaña, 1885-1930
Versión © Gerardo Gambolini



Fire

Fire is dearer to us than love or food,
hot, hurrying, yet it burns if you touch it.

What we ought to do
is not add our love together, or our goodwill, or any of that,
for we're sure to bring in a lot of lies,
but our fire, our elemental fire
so that it rushes up in a huge blaze like a phallus into hollow space
and fecundates the zenith and the nadir
and sends off millions of sparks of new atoms
and singes us, and burns the house down.



Anaxágoras

Cuando Anaxágoras dice: ¡Hasta la nieve es negra!
los científicos lo toman muy en serio
porque está enunciando un ‘principio’, una ‘ley’ —
que todas las cosas son compuestas, y por lo tanto la más pura nieve blanca
tiene en ella un elemento de negrura.

A eso lo llaman ciencia, y realidad.
Yo lo llamo vanidad mental y fraude
y tonterías, porque la nieve pura es blanca para nosotros
blanca y blanca y sólo blanca
con una encantadora eclosión de blancura en el blanco
en el que el alma se deleita y los sentidos
experimentan la dicha.

Y la vida es para el goce, y la dicha
y el temor, y la oscura, arrolladora amenaza del final.
Luego otra vez el brillante amanecer del regocijo
ante la pura nieve blanca, o la luna suspendida.

Y a la caída del sol la nieve es azul, tan fríamente azul
con un toque de los pétalos helados de la flor de Scilla
pero nunca la sombra de un reflejo del negro fúnebre de Anaxágoras.

David Herbert Lawrence, Gran Bretaña, 1885-1930
Versión © Gerardo Gambolini


Anaxagoras

When Anaxagoras says: The snow is black!
he is taken by the scientists very seriously
because he is enunciating a ‘principle’, a ‘law’
that all things are mixed, and therefore the purest white snow
has in it an element of blackness.

That they call science, and reality.
I call it mental conceit and mystification
and nonsense, for pure snow is white to us
white and white and only white
with a lovely bloom of whiteness upon white
in which the soul delights and the senses
have an experience of bliss.

And life is for delight, and for bliss
and dread, and the dark, rolling ominousness of doom
then the bright dawning of delight again
from off the sheer white snow, or the poisoned moon.

And in the shadow of the sun the snow is blue, so blue-aloof
with a hint of the frozen bells of the scylla flower
But never the ghost of a glimpse of Anaxagoras’ funeral black.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Mario Trejo


A un peronista

Este hombre conocía todos los amaneceres del mundo.
La cara recién afeitada rumbo al trabajo
el paso miserable y caviloso
del borracho que volvía.

En esos límites había visto
el brillo fugaz e inatacable
del cuchillo que se hunde en la ingle.
Había visto correr la sangre lúcida y espesa
chupada por la ropa.
Conoció la bravura y el miedo
la debilidad que te aprieta el estómago
y el odio en los ojos abiertos y ciegos.

Este hombre creyó porque lo necesitaba.
Creyó creer porque el país se lo reclamaba.
Este hombre fue convocado por banderas y bombos
y también fue a gritar sin que lo llamaran
atravesando un diluvio.
Respiraba la ilusión de su libertad
y ante sus ganas todos los espacios se hacían cívicos.
Resistió en plazas y aeropuertos y le tocó ver y sufrir
una matanza colectiva en un día que él soñó feliz.
Volvió a atravesar el barro y la lluvia
soportó días y noches sin dormir
siempre bajo la lluvia para decirle adiós a Evita y al Viejo.

Este hombre tiene derecho a estar equivocado.
Este hombre tiene todos los deberes de quien se ha equivocado.

Mario Trejo, Buenos Aires, 1926
imagen: Motivo de puerto, Benito Quinquela Martín

viernes, 10 de septiembre de 2010

Wislawa Szymborska



Despedida de un paisaje


No le reprocho a la primavera
que llegue de nuevo.
No me quejo de que cumpla
como todos los años
con sus obligaciones.

Comprendo que mi tristeza
no frenará la hierba.
Si los tallos vacilan
será sólo por el viento.

No me causa dolor
que los sotos de alisos
recuperen su murmullo.

Me doy por enterada
de que, como si vivieras,
la orilla de cierto lago
es tan bella como era.

No le guardo rencor
a la vista por la vista
de una bahía deslumbrante.

Puedo incluso imaginarme
que otros, no nosotros,
estén sentados ahora mismo
sobre el abedul derribado.

Respeto su derecho
a reír, a susurrar
y a quedarse felices en silencio.

Supongo incluso
que los une el amor
y que él la abraza a ella
con brazos llenos de vida.

Algo nuevo, como un trino,
comienza a gorgotear entre los juncos.
Sinceramente les deseo
que lo escuchen.

No exijo ningún cambio
de las olas a la orilla,
ligeras o perezosas,
pero nunca obedientes.
Nada le pido
a las aguas junto al bosque,
a veces esmeralda,
a veces zafiro,
a veces negras.

Una cosa no acepto.
Volver a ese lugar.
Renuncio al privilegio
de la presencia.
Te he sobrevivido suficiente
como para recordar desde lejos.

Wislawa Szymborska, Kórnik, Polonia, 1923
De Fin y principio, 1993
Versión de Gerardo Beltrán


lunes, 6 de septiembre de 2010

Pablo de Rokha


Genio y Figura

a Winétt

Yo soy como el fracaso total del mundo, ¡oh, Pueblos!
El canto frente a frente al mismo Satanás,
dialoga con la ciencia tremenda de los muertos,
y mi dolor chorrea de sangre la ciudad.
Aún mis días son restos de enormes muebles viejos,
anoche “Dios” llevaba entre mundos que van
así, mi niña, solos, y tú dices: te quiero
cuando hablas con tu Pablo, sin oírle jamás.
El hombre y la mujer tienen olor a tumba,
El cuerpo se me cae sobre la tierra bruta
Lo mismo que el ataúd rojo del infeliz.
Enemigo total, aúllo por los barrios,
un espanto más bárbaro, más bárbaro, más bárbaro
que el hipo de cien perros botados a morir.

Pablo de Rokha, Chile, 1894-1968
imagen: s/d



Poeta de Provincia

Parezco un gran murciélago tremendo,
lengua del mundo a una edad remota,
con un balazo en la garganta, ardiendo
y rugiendo de horror la forma ignota.

Provincias de polillas en lo horrendo
que se desangra en lluvias gota a gota,
y es una trial frazada del estruendo
o un piano negro con la lengua rota.

Definitivamente masculino,
me he de encontrar con el puñal talquino
en el desván de las calles malditas.

Sólo contra la luna, dificulto
que haya un varón en los antiguos cultos
con un cacho de heridas más bonitas.

Pablo de Rokha, Chile, 1894-1968

lunes, 30 de agosto de 2010

Walt Whitman


3

He oído lo que decían los charlatanes, su discurso
sobre el principio y el fin,
pero yo no hablo del principio ni del fin.

Nunca hubo otro inicio que el de ahora,
ni más juventud o vejez que las de ahora,
ni habrá nunca más consumación que la de ahora,
ni más cielo o más infierno que los de ahora.

Impulso, impulso e impulso,
siempre el impulso procreador del mundo.

De la penumbra salen los iguales contrarios, siempre
sustancia e incremento, siempre sexo,
siempre un tejido de identidad, siempre la distinción, siempre
una variedad de vida.

Elaborar es en vano, cultos e incultos lo intuyen por igual.

Seguros como lo más seguro, a plomo en los montantes, bien
trabados, afirmados en las vigas,
fuertes como el caballo, afectuosos, arrogantes, eléctricos,
aquí estamos, yo y este misterio.

Transparente y dulce es mi alma, como es transparente y dulce
todo lo que no es mi alma.

Si falta una cosa faltan ambas, y lo invisible se prueba por lo visto,
hasta que esto se vuelve invisible y a su vez es probado.

Mostrando lo mejor y separando lo peor, la vejez hostiga a la
vejez — conociendo la perfecta adecuación y justicia de las cosas,
mientras ellos discuten yo guardo silencio, y voy a bañarme y admirarme.

Grato es cada órgano y cada atributo mío, y de cualquier hombre
limpio y saludable,
ni una pulgada o la partícula de una pulgada es despreciable, y
ninguna será menos familiar que las demás.

Estoy satisfecho — miro, bailo, río, canto;
cuando el acariciante y cariñoso compañero de lecho duerma a mi lado toda la noche
y al asomar el día se vaya con paso sigiloso
dejándome cestas tapadas con paños blancos que llenen la casa
con su abundancia,
¿retardaré mi aceptación y conciencia y les gritaré a mis ojos
que dejen de mirar de arriba abajo el camino
y que en el acto calculen y me muestren
exactamente el valor de uno y exactamente el valor de dos,
y cuál va a la cabeza?

Walt Whitman, Estados Unidos, 1819-1892
de Song to Myself
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: Walt Whitman, por Rick Bartow



3

I have heard what the talkers were talking, the talk of the beginning and the end
But I do not talk of the beginning or the end.
There was never any more inception than there is now,
Nor any more youth or age than there is now,
And will never be any more perfection than there is now,
Nor any more heaven or hell than there is now.

Urge and urge and urge,
Always the procreant urge of the world.
Out of the dimness opposite equals advance, always substance and increase, always sex,
Always a knit of identity, always distinction, always a breed of life.
To elaborate is no avail, learn'd and unlearn'd feel that it is so.

Sure as the most certain sure, plumb in the uprights, well entretied, braced in the beams,
Stout as a horse, affectionate, haughty, electrical,
I and this mystery here we stand.

Clear and sweet is my soul, and clear and sweet is all that is not my soul.

Lack one lacks both, and the unseen is proved by the seen,
Till that becomes unseen and receives proof in its turn.

Showing the best and dividing it from the worst age vexes age,
Knowing the perfect fitness and equanimity of things, while they discuss I am silent, and go bathe and admire myself.

Welcome is every organ and attribute of me, and of any man hearty and clean,
Not an inch nor a particle of an inch is vile, and none shall be less familiar than the rest.

I am satisfied — I see, dance, laugh, sing;
As the hugging and loving bed-fellow sleeps at my side through the night, and withdraws at the peep of the day with stealthy tread.
Leaving me baskets cover'd with white towels swelling the house with their plenty,
Shall I postpone my acceptation and realization and scream at my eyes,
That they turn from gazing after and down the road,
And forthwith cipher and show me to a cent,
Exactly the value of one and exactly the value of two, and which is ahead?

lunes, 23 de agosto de 2010

Esteban Moore


“Pronto, no lo volverás a ver”

el sol arde en los rastrojos de trigo
rebota en la ruta
forma espejismos en la distancia
estamos saliendo de la curva antes del cruce de la laguna
la cupé se afirma en la larga recta
repentinamente mi padre comienza a bombear los frenos
antes de clavarlos
las cintas chillaron en las campanas
las gomas quemaron caucho
y casi me golpeo contra el parabrisas
cuando con un volantazo firme
bajó a la banquina poceada
casi gritando: “Mirá eso, pronto no lo volverás a ver...”
Eran Martín Gálvez y Degregori – el viejo como le decía Cancela
reseros de oficio
que montados en caballos bien mantenidos
– un colorado de troncos negros y un tobiano
arreaban por la cuenta una tropa de vacas gordas
– 30 y pico o quizás 40
– algunas machorras en el lote
“las llevan a lo de Cardoner...
hoy hay remate especial...”
dijo mi padre al tiempo que levantaba su brazo para saludarlos
luego de ser correspondido
se calzó con firmeza el panamá de ala angosta
acarició dos o tres veces con la punta de la bota gastada
el acelerador de la Chrysler
... una baturé descapotable del 36 – 6 en línea – con radiador de aceite
y llantas de rayos
que rugió ronca antes de morder nuevamente
el concreto de la 205
primera... segunda el bramido del motor flotaba puro
en la mañana caliente
tocó la palanca de cambios – punto muerto – aceleró en vacío
antes de enganchar la directa
me da un golpe de vista y comenta satisfecho que estaba
tirando los cambios sin usar
el embrague
clava los ojos en el cemento y el cielo de nuestro horizonte inmediato...
.... y nos perdemos hacia el futuro

Esteban Moore, Buenos Aires, Argentina, 1952
imagen: Ruta 205