Mostrando las entradas con la etiqueta William Butler Yeats. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta William Butler Yeats. Mostrar todas las entradas

miércoles, 19 de enero de 2011

William Butler Yeats


La muerte

Ni miedo ni esperanza
acompañan al animal que muere;
el hombre aguarda su final
temiendo y esperando todo;
muchas veces murió,
muchas se levantó de nuevo.
Un gran hombre con su orgullo
al enfrentar asesinos
hunde en el escarnio
la cesación del aliento.
El conoce la muerte a fondo —
el hombre creó la muerte.

William Butler Yeats, Irlanda, 1865-1939
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d


Death

Nor dread nor hope attend
A dying animal;
A man awaits his end
Dreading and hoping all;
Many times he died,
Many times rose again.
A great man in his pride
Confronting murderous men
Casts derision upon
Supersession of breath;
He knows death to the bone —
Man has created death.


Recuerdo de juventud

Los momentos pasaban como en el teatro;
tenía la sabiduría que el amor hace nacer;
tenía mi cuota de sentido común,
y a pesar de todo cuanto podría afirmar,
y aunque tenía por eso el elogio de ella,
una nube venida desde el norte despiadado
ocultó de repente la luna del Amor.

Creyendo cada palabra que decía,
yo alabé su espíritu y su cuerpo
hasta que el orgullo hizo brillar sus ojos
y sonrojó sus mejillas el placer
y volvió ligeros sus pasos la vanidad;
nosotros, sin embargo, a pesar de esos elogios,
en lo alto veíamos tan sólo oscuridad.

Nos sentamos silenciosos como piedras,
sabíamos, aunque ella no hubiera dicho una palabra,
que aún el mejor amor debe morir,
y se habría destruido en forma cruel
de no ser porque el Amor,
ante el grito de un grotesco pajarillo,
arrancó de las nubes su luna maravillosa.

William Butler Yeats, Irlanda, 1865-1939
Versión © Gerardo Gambolini


Memory of Youth

The moments passed as at a play;
I had the wisdom love brings forth;
I had my share of mother-wit,
And yet for all that I could say,
And though I had her praise for it,
A cloud blown from the cut-throat north
Suddenly hid Love’s moon away.

Believing every word I said,
I praised her body and her mind
Till pride had made her eyes grow bright,
And pleasure made her cheeks grow red,
And vanity her footfall light,
Yet we, for all that praise, could find
Nothing but darkness overhead.

We sat as silent as a stone,
We knew, though she'd not said a word,
That even the best of love must die,
And had been savagely undone
Were it not that Love upon the cry
Of a most ridiculous little bird
Tore from the clouds his marvellous moon.

viernes, 16 de julio de 2010

William Butler Yeats


Fugaces

“Tus ojos que antes nunca se cansaban de los míos
se abaten de pena bajo tus párpados trémulos
porque se apaga nuestro amor.”
Y dice ella:
“Aunque se apague nuestro amor, vayamos
a la orilla solitaria del lago una vez más,
juntos a esa hora de quietud en que se duerme
esa pobre criatura cansada, la pasión.
¡Qué lejanas parecen las estrellas, y qué lejano
nuestro primer beso, y qué viejo, ay, mi corazón!

Pensativos caminaban entre las hojas marchitas,
mientras él, cuya mano tomaba la de ella, repuso lentamente:
“La pasión a menudo consumió nuestros errantes corazones.”

Los bosques los rodeaban, y las hojas amarillas
caían en la penumbra como débiles meteoritos, y en un momento
un conejo añoso rengueó por el camino;
el otoño se abatía sobre él; y entonces se detuvieron
a la orilla solitaria del lago una vez más:
al volverse, vio que ella se había echado
hojas muertas en el pecho y el cabello,
húmedas como sus ojos, recogidas en silencio.

“Oh, no lamentes”, dijo él,
“que estemos cansados, pues otros amores nos esperan;
odia y ama en horas sin descontento.
Ante nosotros aguarda la eternidad; nuestras almas
son amor, y una continua despedida.”

William Butler Yeats, Irlanda, 1865-1939
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: Corot, Paisaje junto al lago



Ephemera

“Your eyes that once were never weary of mine
Are bowed in sorrow under pendulous lids,
Because our love is waning.”
And then She:
“Although our love is waning, let us stand
By the lone border of the lake once more,
Together in that hour of gentleness
When the poor tired child, passion, falls asleep.
How far away the stars seem, and how far
Is our first kiss, and ah, how old my heart!”

Pensive they paced along the faded leaves,
While slowly he whose hand held hers replied:
“Passion has often worn our wandering hearts.”

The woods were round them, and the yellow leaves
Fell like faint meteors in the gloom, and once
A rabbit old and lame limped down the path;
Autumn was over him: and now they stood
On the lone border of the lake once more:
Turning, he saw that she had thrust dead leaves
Gathered in silence, dewy as her eyes,
In bosom and hair.

“Ah, do not mourn,” he said,
“That we are tired, for other loves await us;
Hate on and love through unrepining hours.
Before us lies eternity; our souls
Are love, and a continual farewell.”